La familia Filoviridae se caracteriza por incluir virus de ARN no segmentados en la que se encuentran los siguientes géneros, Ebolavirus, Marburgvirus, Cuevavirus, Striavirus y Thamnovirus. Los virus Ébola y Marburgo, son los causantes de fiebres hemorrágicas que se caracterizan por una alta letalidad en el África subsahariana. Durante mucho tiempo solo afectaban a comunidades rurales aisladas, dando lugar a la aparición de brotes no muy trascendentes. Pero en el año 2014 el virus Ébola se expande y coloniza zonas urbanas importantes, origina miles de casos con elevada mortalidad y consigue dar el salto fuera, no ya de las zonas habituales, si no del propio continente africano, originando una sustancial preocupación en todos los países. Desde que se descubrió en 1976, se han descrito 4 cepas, siendo la del Zaire la mas patógena, con tasas de mortalidad que alcanzaron en su momento álgido un 90 % de infectados.
Tanto el Ébola como el Marburgo tienen como hospedadores naturales a diversas especies de murciélagos frugívoros entre las que se encuentra Rosettus aegyptiacus, que no muestra ninguna sintomatología, debido a que se encuentra perfectamente adaptado a esta especie. Solo cuando invade especies diferentes, humanos, primates, etc. manifiestan todo su potencial patogénico.
Dentro del género Cuevavirus solo se encuentra el virus Lloviu (LLOV), descubierto por vez primera en 2002 en una cueva asturiana donde se produjo una elevada mortandad de murciélagos alas torcidas de Schreiber, Miniopterus schreibersii. Recibe el nombre del lugar donde se encontró, en el concejo de Villaviciosa, entre las poblaciones de Puente Arroes y Pión, junto al río España. Se recogieron muestras, pero no es hasta el año 2011 cuando se procesan, encontrándose lesiones en los órganos, bazo, hígado, hisopos rectales y especialmente en pulmón. Unos años más tarde, se realizan capturas de murciélagos en Asturias y Cantabria detectándose la presencia de anticuerpos, pero sin que se hubiesen producido mortandades especialmente elevadas entre los murciélagos, lo que hace sospechar de la adaptación del virus a esta especie convirtiéndola en un reservorio natural. Durante el periodo entre 2002 y 2009 se tomaron muestras bucales y rectales de animales capturados vivos y no se encontró el virus. En 2016 en otra población de murciélagos de la misma especie, pero en este caso en Hungría, se detecta la presencia de este Filovirus, no sólo mediante el estudio de anticuerpos, sino que también se aísla y secuencia el genoma en los órganos de estos animales, así como se aísla el virus de la circulación sanguínea. Es más, los ectoparásitos que se encontraban en los murciélagos eran portadores igualmente del virus. Hasta el momento, se cree que el LLouvi es el primer Filovirus que no ha salido de un área específica y/o endémica de África.
Se comprobó si en otros murciélagos de la cueva se encontraba el virus y los resultados demostraron que únicamente Miniopterus schreibersii, era el portador vírico. También se desconoce si este virus es el responsable de mortandades periódicas producidas en su hospedador natural.
Ante las sospechas de una posible transmisión a la especie humana se realizaron estudios para determinar si el personal que entró en la cueva y estuvo en contacto con los cadáveres de murciélagos se encontraba infectado, algo que resultó ser negativo. Pero los estudios continúan consiguiendo replicar el virus en cultivos celulares de varios órganos del murciélago de alas torcidas de Schreiber. Y, tras varios ensayos, el virus fue capaz de replicarse en cultivos celulares humanos.
A parte de los virus ya mencionados, Ébola y Marburgo, se siguen estudiando a los murciélagos como reservorios de otros virus. Así, se ha podido determinar el genoma completo del virus Bombali (BOMV), un género nuevo, a partir de heces de pequeños murciélagos de cola libre (Chaerephon pumilus) y murciélagos de cola libre de Angola (Mops condylurus). Los nuevos hallazgos siguieren, que estos pequeños mamíferos son reservorios para estos virus y forman parte de la transmisión entre individuos de la misma especie, no habiéndose hallado en individuos de otras especies. En 2019 se ha encontrado un nuevo virus en murciélagos frugívoros en China del género Rosettus, bautizado como virus Mengla (condado de Mengla, provincia de Yunnan), y se ha incluido en un nuevo género, Dianlovirus dentro de los Filovirus.
Entonces, ante estas evidencias, surge una primera pregunta, ¿Los nuevos Filovirus pueden infectar al hombre, y en concreto el LLOV? Estamos aún muy lejos de contestar a esa pregunta, pero visto que se ha podido replicar in vitro nos indica que tiene potencial suficiente para infectar a otras especies diferentes de su hospedador habitual.
¿Nos debemos preocupar frente a este nuevo patógeno? Otra pregunta que de momento no le podemos dar una respuesta concreta. Hay que seguir con los estudios iniciales, profundizar en que especies pueden ser reservorios o dianas del este virus, avanzar en nuevos métodos para el diagnóstico de estos y, eso sí, seguir de cerca la evolución. No es cuestión de eliminar especies receptoras como los murciélagos. Estos cumplen una importante función en la naturaleza al alimentarse de vectores de patógenos infecciosos, reduciendo su población y por tanto la transmisión de ciertas enfermedades a la especie humana. Por otra parte, al haberse detectado el virus en artrópodos hematófagos, es necesario su vigilancia y control, así como en las especies de mamíferos silvestres. Para finalizar me permito reproducir, con su permiso, una frase de mi amigo y compañero Antonio Bernabé Salazar, recogida de una de sus publicaciones:
«Más de un millón y medio de virus en la actualidad están circulando por la fauna silvestre y de estos, más de 800.000 podrían tener el potencial de saltar y mutar en los seres humanos, como ha ocurrido con la COVID-19. De esta manera, al actuar de forma coordinada podremos dar una respuesta rápida y eficaz a futuras pandemias ante la constante transformación de la vida social, la destrucción de hábitats naturales, la contaminación y el cambio climático, que tanto están modificando los patrones de bienestar y salud en el hombre».