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Coronavirus SARS-CoV-2 en veterinaria

Los coronavirus son virus que pertenecen a la familia Coronaviridae, formados por ARN y una cápsula proteica. Hay coronavirus que solo provocan enfermedad en una especie determinada como en los felinos y caninos. Algunos coronavirus de los animales pueden saltar (transmitir) a las personas y luego entre personas, pero este hecho es poco frecuente. Algo así es lo que sucedió con el SARS-CoV-2 perteneciente a la familia Coronaviridae, género Betacoronavirus. Este virus probablemente se originó en murciélagos, ya que las primeras infecciones notificadas tuvieron lugar en Wuhan en un mercado de animales vivos, y más tarde fue el pangolín u otro hospedador intermedio, a partir del cual se continuó propagando la enfermedad de persona a persona. Aunque este patógeno provenga de animales salvajes y haya llegado al hombre, los animales de compañía, de producción y abasto son víctimas colaterales de esta pandemia. De hecho, la transmisión entre humanos es la que ha causado gran número de casos de COVID-19 confirmados en todo el mundo. Por ello China ha prohibido el comercio con especies silvestres destinadas al consumo humano para intentar evitar la aparición de nuevos brotes. De todas formas, estos hechos no son la primera vez que se presentan en China, ya que en 2002 en la provincia de Guangdong se diagnosticó el Síndrome Respiratorio Agudo Severo (SARS), una neumonía atípica nueva, que se contagiaba de humano a humano y que ocasionó un 4% de muertes. Meses más tarde, aparecieron 2.671 casos confirmados de neumonía atípica en 19 países y 103 muertos.

Los perros y los gatos son los más susceptibles de contraer la enfermedad, pero todavía no hay evidencias que estas especies hayan transmitido el virus a los humanos. En general somos los humanos los que estamos contagiando a nuestras mascotas, con los que mantenemos una relación muy estrecha. En el caso de los gatos (como los tigres –primer caso diagnosticado en EEUU- y los leones en el Zoo de Nueva York) recientes estudios demuestran que si estos animales se infectan de coronavirus no son susceptibles a la infección, por lo que tampoco parecen transmitir el virus a los animales con los que hayan estado. Así ocurrió con el primer gato con problemas respiratorios diagnosticado de Covid-19 en España, que había sido contagiado por sus dueños y no se demostró la transmisión a otro gato que convivía con él. En los perros ocurre lo mismo, no presentan la enfermedad, aunque se detecten anticuerpos que prueban que han estado expuestos al virus anteriormente. También es muy poco probable la intervención de otras especies domésticas en los mecanismos de transmisión, como vacas, cerdos, pollos o pavos. A pesar de todo, en los últimos doce meses se ha producido un aumento en la incidencia de casos con problemas de conducta, obesidad, afecciones del trato urinario y diarrea en perros y gatos coincidiendo con la COVID-19, pero siempre relacionados con situaciones de estrés.

El gran problema en veterinaria surge con las granjas de mustélidos (Países Bajos, Dinamarca, España), ya que estos presentan mayor facilidad en la transmisión del virus, y por lo tanto les hace altamente infectivos por su elevada capacidad de replicación y de presentar mutaciones. Se ha descrito que el virus se puede transmitir de persona a animal y de animal a persona. Por lo tanto, es aquí donde no se pueden rebajar los controles sanitarios y los mecanismos de vigilancia epidemiológica, debido a la gran cantidad de animales que se crían en espacios muy limitados y donde pueden convivir con otros hospedadores. De todas formas en España la ventaja, con relación a otros países europeos, es la escasez de granjas de estas especies animales, según la subdirectora general de Sanidad e Higiene Animal y Trazabilidad.

Son todavía muchos los interrogantes sobre el origen de la enfermedad y son necesarios más estudios para comprender si diferentes animales podrían resultar afectados por el COVID-19 y de qué manera. El 75% de la enfermedades emergentes y reemergentes son zoonósicas, por ello, es de obligado cumplimiento la creación de grupos multidisciplinares, como ya se está haciendo en Estados Unidos, para afrontar las enfermedades bajo el enfoque de Una sola Salud (One Health), ya que la interacción hombre, animal y medio ambiente está estrechamente relacionada, como ya se puso de manifiesto al aplicar este concepto a principios de siglo. Más de un millón y medio de virus en la actualidad están circulando por la fauna silvestre y de estos, más de 800.000 podrían tener el potencial de saltar y mutar en los seres humanos, como ha ocurrido con la COVID-19. De esta manera, al actuar de forma coordinada podremos dar una respuesta rápida y eficaz a futuras pandemias ante la constante transformación de la vida social, la destrucción de hábitats naturales, la contaminación y el cambio climático, que tanto están modificando los patrones de bienestar y salud en el hombre.

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