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VETERINARIA E INFLACIÓN

Diversas encuestas realizadas recientemente han puesto de manifiesto que la inflación es el tema que más preocupa a las personas en el mundo. En promedio, a nivel global, casi uno de cada cuatro encuestados aseguró que el aumento de los precios es un inconveniente importante al que se enfrenta cada país.

Es por eso que hoy en día todo el mundo habla de inflación pero, ¿qué es la inflación? Podríamos definirla como el proceso económico provocado por el desequilibrio existente entre la producción y la demanda, lo que causa una subida continuada de los precios de la mayor parte de los productos y servicios, y una pérdida del valor del dinero para poder adquirirlos o hacer uso de ellos.

Es decir, el dinero que tenemos pierde, de manera continuada, poder adquisitivo. ¿Esto es una novedad?, no, no lo es, nosotros hemos convivido siempre con procesos inflacionarios, lo que ocurre es que gracias a la política monetaria europea, este proceso estaba larvado y la inflación no superaba ningún año el 2%, algo perfectamente asumible y que se contrarrestaba con la subida de salarios. Está claro que una inflación cercana a los dos dígitos (10%) no se veía en las economías de nuestro entorno desde hace más de 30 años, por ello podemos afirmar que la economía mundial experimenta una inflación sin precedentes cercanos.

Pero cabría preguntarse, ¿dónde arranca esta escalada de precios? La respuesta no es fácil, como muchas otras cosas en Economía, y parece ser que es multifactorial, pero si nos tuviéramos que decantar por una razón concreta, está en la decisión de los países europeos de acabar con la dependencia de la energía fósil en el horizonte de 2030, y no de 2050 como se había dicho en un principio. Está claro que está postura llevó al lobby de países productores de petróleo y gas a elevar los precios, casi duplicarlos en un lapso muy corto de tiempo, lo que de por sí, con la energía a precios disparados, encareció las producciones y los precios al consumo, si a ello le sumamos el efecto de la guerra de Ucrania, que al posicionarse el bloque occidental del lado de este país, provocó el corte del suministro ruso, ya tenemos, a grandes rasgos, el cóctel perfecto con el que acompañar una inflación elevada.

Y, ¿cómo se combate, cómo se baja? El Banco Central Europeo ha dado ya la receta, hay que desincentivar el consumo, en este sentido su Presidenta, Christine Lagarde, no ha dudado en subir los tipos (que estaban cercanos al 0%), para situarlos de aquí a un par de meses o tres en el 3-4%, eso encarece todos los productos financieros, sobre todo los que están a tipo variable. Los efectos de esta ralentización ya los hemos visto en el último trimestre de 2022.

Y la profesión Veterinaria, ¿se resentirá o absorberá toda esta inflación como ya hizo con la subida de IVA al 21% para los productos veterinarios clínicos? Vamos a intentar responder a esta cuestión.

En todo este contexto, la tenencia de animales de compañía es uno de los ámbitos que más se ha visto afectado. Así lo demuestra la encuesta de datos demográficos y tenencia de mascotas 2022 de la Asociación Americana de Medicina Veterinaria.

Dicho sondeo destacó que, en promedio, los gastos anuales en visitas veterinarias para hogares que tienen perros y/o gatos se incrementaron.

Otros estudios concluyen que el descenso de la cantidad de personas que están dispuestas a pagar y la falta de dinero son algunas de las razones más poderosas que los propietarios de mascotas esgrimieron para no asistir, con la asiduidad debida, a un veterinario en los últimos dos años.

Distintos científicos de la División de Economía Veterinaria de la Asociación Americana, subrayaron que la ausencia de tiempo y los problemas para ir a la clínica también retrasaron las visitas veterinarias. El valor percibido, es decir, lo que el propietario está dispuesto a pagar por los actos clínicos, es clave para el compromiso del cliente.

Otros estudios realizados en varios países ponen de manifiesto que el tamaño de la población de animales de compañía creció considerablemente en los últimos seis años, especialmente en 2020, durante la pandemia.

Otra encuesta realizada por una empresa especializada destacó que la crisis inflacionaria también está impidiendo que los propietarios de animales de compañía reciban los servicios veterinarios que requieren. Se concluye que se ha dicho con frecuencia que el sector veterinario está a prueba de recesión, pero los datos recientes han resaltado algunas tendencias preocupantes que pueden obligar al sector a cambiar y adaptarse.

En Estados Unidos, de acuerdo con diversos estudios, se concluye que un tercio de los dueños de mascotas tienen problemas para pagar sus facturas veterinarias y estas cifras son todavía más altas en las áreas rurales.

En Europa se concluye que, uno de cada cinco propietarios de animales de compañía también ha experimentado dificultades para pagar sus facturas.

Y con los animales de producción, ¿qué está ocurriendo? La subida de la energía y materias primas está repercutiendo en el primer eslabón de la cadena alimentaria, que no tiene más remedio que elevar los precios de sus productos o renegociar contratos que les ligan a empresas transformadores, estas, a su vez, repercuten las subidas en el consumidor final, manteniéndose elevada la inflación subyacente que es la más estructural y, por tanto, la más difícil de invertir la tendencia. En este contexto los ganaderos tienen más dificultades para pagar las minutas veterinarias.

En conclusión, la inflación está afectando a todos sectores productores de bienes y servicios, y el veterinario no es una excepción. No se ve una solución sencilla a corto plazo, lo que nos aboga a una nueva crisis económica, cuando no nos habíamos recuperado de la crisis de 2008 y de la posterior del COVID.

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