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VETERINARIA Y SEUDOCIENCIAS

En una primera aproximación, puede resultar sorprendente que, en plena era de la revolución científica y tecnológica, cuando la ciencia avanza a más velocidad incluso de lo que la propia sociedad puede asimilar, ─que a duras penas puede adoptar los cambios al ritmo que la evolución científica impone─, estemos asistiendo a un desarrollo preocupante de la divulgación de información que, aún manteniéndose al margen de la evidencia científica, se suele presentar como verdades absolutas capaces de solucionar algunos de los grandes problemas que azotan a las sociedades modernas.

Las materias relacionadas con las ciencias médicas son, sin duda, las más afectadas por estas denominadas “seudociencias”, quizá por ser la salud uno de las principales preocupaciones de los ciudadanos. Ello, con el inestimable apoyo de los sujetos generadores en las redes sociales, ─que permite un enorme efecto divulgador, inmediato, libre y gratuito─, tiene el perverso y peligroso resultado de poder hacer llegar una información sin veracidad científica a una gran cantidad de población, con un efecto “automultiplicador” debido al bienintencionado reenvío de la misma, a menudo con amplificación en progresión geométrica.

La sociedad actual, analizada bajo el prisma ideológico liberal predominante, donde tanto se enarbola el libre albedrío y, a la vez, se cuestiona todo, incluso la información oficial e institucional, así como la que proviene de sociedades científicas, academias, universidades y, en fin, cualquier fuente veraz de conocimiento, supone un campo abonado para la libre divulgación social; ello, junto con el dinamismo y la falta de contrastación de la información que se vierte y reenvía por las redes sociales, tiene como resultado el preocupante auge actual del “seudoconocimiento”, alcanzando el máximo nivel con la actual pandemia por el SARS-COV-2.

Incluso Jefes de Estado, de países tan dispares como Tanzania o Estados Unidos, han contribuido recientemente, haciendo gala de una profusa frivolidad, a la difusión entre sus ciudadanías de absurdos y peligrosos remedios contra la enfermedad Covid 19 que, por desgracia, aún nos azota.

El cáncer, la, obesidad, la diabetes, la hipertensión o la citada Covid 19, entre otros, son objeto de estos movimientos seudocientíficos, que, operando al margen de la investigación basada en la evidencia y el método científico, contribuyen a minar la confianza de la sociedad en la verdadera ciencia, tanto en su rama de investigación como en la aplicada. Por no hablar de los fraudes económicos, las frustraciones por expectativas y promesas incumplidas, y, sobre todo, la pérdida de adherencia a los programas y tratamientos “oficiales”.

Como consecuencia de todo ello, ya en 2019 el Ministerio de Sanidad tomó cartas en el asunto, encargando a la “Red Española de Agencias de Evaluación de Tecnologías y Prestaciones del sistema Nacional de Salud” (REDETS), la realización de un informe preliminar sobre el carácter científico o no de determinadas técnicas con pretendida finalidad sanitaria, fundamentalmente en base al criterio de que tuvieran al menos una publicación en una revista científica. Se analizaron 139 técnicas, de las que 73 se consideraron seudociencias por carecer de respaldo de publicación alguna, meta-análisis o algún estudio que aportara solidez científica. Las 66 restantes estaban apoyadas en alguna publicación, pero su eficacia y seguridad estaban aún pendientes de evaluación. Esta información figura en la web del Ministerio.

La Veterinaria, al estar incluida entre las ciencias de la rama sanitaria, tampoco está a salvo de estas corrientes de seudociencias, que, por similitud con los remedios de salud humana, se pueden proponer como pretendidas soluciones alternativas para nuestros animales. Así pues, los veterinarios tenemos que estar vigilantes para que todas las prácticas, pruebas, diagnósticos y tratamientos que se les apliquen, estén contrastados con las evidencias científicas del paradigma de las Ciencias Veterinarias, y no con prácticas supuestamente “naturales” o alternativas, pero en absoluto demostradas.

Afortunadamente, al no tener la Veterinaria el alcance social y el montante económico que supone la Medicina Humana, hasta la fecha no se han introducido tanto en las redes sociales y en el mercado, ─fundamentalmente de Internet─, estas soluciones y técnicas seudocientíficas.

Por todo ello, tanto las Administraciones Públicas competentes, como en general los profesionales veterinarios y sus organizaciones, a saber: Organización Colegial, Academias, Facultades, asociaciones, etc., debemos continuar velando por cultivar, promocionar y enriquecer el conocimiento sobre las Ciencias Veterinarias y su aplicación a la sociedad, y mantenerlo siempre bajo el paradigma de la evidencia científica, denunciando los posibles casos de desviaciones hacia lo seudocientífico.

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